La Cuarta Via

Capitalismo salvaje contra reforma laboral

En la Cuarta Vía

POLITICAZOS. De Joaquín Romero Calle

Radicada la reforma laboral que propone el gobierno del Cambio, enseguida, brincaron a tacharla, todos los gremios económicos, partidos políticos afines a la explotación del hombre por el hombre y hasta Iscariotes de la clase obrera. Aquel Garzón vicepresidente, raro, no ha salido a sumarse a Uribe. La combaten, para impedir que sea aprobada. Para que siga imperando el reinado del capitalismo salvaje.

El modelo neoliberal, durante treinta (30) años, ha introducido innovaciones en las legislaciones laboral y tributaria, para favorecer operacionalmente en su rendimiento, a la inversión empresarial. La senda la abrió, César Gaviria Trujillo. Cerró su discurso de posesión como Presidente de la República, con la alegoría cronológica de: bienvenidos al futuro.

Los trabajadores comenzaron a enterarse, de a cuál futuro se refería, cuando desde las pistas legislativas del Congreso de la República, comenzaron a despegar las capsulas viajeras o leyes de tránsito económico, como naves de porvenir extraterrestre, para aterrizar en las relaciones obrero patronales del mercado laboral nuestro, acabando con la retroactividad de las cesantías y flexibilizando el término fijo del contrato de trabajo. De un año, a tres meses. Así, botar injustificadamente, al asalariado, no cuesta un carajo.

La retroactividad consistía, en que, ese derecho, se actualizaba en su valor, especie de indexación, liquidándose todo el tiempo de servicios, por el último salario devengado. Por ejemplo. Treinta de marzo, termina contrato de asalariado que presta servicios a un empleador, desde hace cinco años. La cesantía, correspondería a cinco meses de salario factorizado -uno por año- y remuneración última ganada. O sea, si es el mínimo, el de hoy.

En la realidad objetiva de hogaño, trabajador del planteamiento teórico indicado, no recibiría cinco millones de cesantía. Y no salgan con el cuento marica, de que sí, por los intereses. El 12%, también era nómina, en el año 90. Restar a la remuneración del trabajador, es, la confianza inversionista, a la que tanta pleitesía le rinde Uribe, como jefe político y le rindió, como jefe de la administración del Estado.

Luego vinieron, las exenciones tributarias de Samper y de Pastrana. Todas, al igual que las modificaciones de Gaviria, para crear más empleos. Para mejorar la situación de los colombianos desempleados. Cuento chimbo que se tragaron los colombianos, por ignorar, que es principio del mercado, que los puestos de trabajo, se crean por necesidad y no por mandato de ley. Y en nuestra Colombia, el capitalista tramposo, ofrece una planta de personal menor, a la que le exige el flujo de compradores de bienes o de usuarios de servicios.

Ahí tienen ustedes, que, una diligencia en un banco, le consume a la persona, de su tiempo, como mínimo, un par de horas. Igual en las EPS., cuando de consulta se trata o en los almacenes de grandes superficies o los establecimientos de la telefonía móvil celular. Poco personal de atención, para el numeroso público que llega a cualquier gestión. Ahí, ahorran costo laboral. Personal insuficiente.

Después, llegaron los desmontes de Uribe; de recargo nocturno; de domingos y feriados triples; de montos de indemnización por despidos injustos. Aumento de edad y de semanas, para pensionarse. Y otras desclasificaciones tributarias, de Santos. Todo ese gran paquete de alivios, por disminución de impuestos y de cargas laborales y pensionales, significaron, rebajas en tales costos de producción y de funcionamiento de servicios.

Rebajas, que no se vieron en el mercado. Ningún productor o prestador de servicios, hizo rebaja en los precios de venta al público. Clarísimo, al asalariado, se le asalta dos veces. Primero, con la pérdida o supresión de conquistas laborales -derechos económicos- anteriores al año 90. Segundo, con mercancías vendidas a precios, que siguen incluyendo como elemento de costos, valores que ya no figuran en el rol de pago, menos, en el de producción. Doble ganancia o utilidad, del inversionista. Capitalismo salvaje, en otras palabras.

Ese capitalismo salvaje, es el defendido hoy, por Uribe y su Centro Democrático y por los otros partidos tradicionales y obvio, los gremios económicos. Las reformas del Cambio, son malas. Buscan reivindicar al trabajador. Las de ayer, fueron buenas, excelentes, jodieron, bien jodido, al trabajador. Lamentable, que, “oligarcas de overol”, se prestaron y presten, para las “jugaditas”.

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