Por: J. J. Rubiano Desde la orilla del Mar
Cada día que pasa en la historia colombiana nos convencemos que sí es cierto que nuestra clase dirigente política –no toda afortunadamente- es una comunidad que se destaca por ser incoherente, mentirosa y sin memoria.
Por ejemplo, el país se debate en una emergencia producto de covid-19, la gente está padeciendo hambre, son miles y miles de las personas que están quedando desempleados, los hospitales no tienen suficientes unidades de cuidados intensivos, los empresarios están quebrando, se están cerrando miles de empresas de emprendedores, los bancos no están prestando recursos y en la Cámara de representantes el primer proyecto que aprueban los padres de la patria en sus sesiones presenciales y semipresenciales, es declarar el “carriel” como patrimonio cultural de nuestra nación.
La verdad no tiene ningún sentido.
Esa actitud no puede ser más incoherente y de espaldas frente a la realidad que vive nuestra nación, asfixiada por la crisis de la salud, la economía y con la gran incertidumbre de lo que será el futuro del país.
Los autores de la iniciativa son los senadores Paola Holguín, Álvaro Uribe Vélez, Santiago Valencia entre otros congresistas. Bien dice el adagio popular, “por sus acciones los conoceréis”, de donde más podría venir esta iniciativa tan inoportuna, porque si se tiene que decir que el carriel antioqueño debe ser un patrimonio nacional.
A propósito del senador Uribe, pareciera que el paso de los años le está afectando la memoria. Lo digo porque recientemente público un trino en su cuenta en donde palabras más palabras menos decía que la crisis de la salud no era responsabilidad de la Ley 100 –de la que él fue ponente e impulsor- sino de la corrupción de la clase política corrupta del país.
Parece que el alzhéimer ya comienza hacer mella en el ultra derechista fundador del Centro Democrático, que no recuerda que esa clase corrupta política a la que se refiere, es la misma que él ha respaldado a lo largo de sus años y fue la misma que respaldo a los grupos paramilitares que también hacen parte de ese robo a los recursos de la salud en Colombia.
Por ejemplo, nadie se puede olvidar que en la costa en los tiempos en los que los paramilitares cogobernaban, sus ojos estaban puestos en los recursos asignados a la salud en cada uno de los entes territoriales.
Es por eso que una vez posesionados los mandatarios locales, estaban en la obligación de nombrar en esas dependencias a los recomendados de ese grupo al margen de la ley.
Acabados los paramilitares, mejor cambiado de nombre este grupo, esa función las asumió los calanes políticos en cada uno de los departamentos y municipio, ejemplo claro de ello es el Magdalena con los Cotes, pero también lo hay en el Atlántico, Sucre y Córdoba.
La salud en Colombia se la robaron entre los paracos y los corruptos politiqueros, de eso no les cabe duda a muchos colombianos.