La Alcaldía de Magangué, o mejor, la gestión administrativa del actual Alcalde, Carlos Cabrales, está sobrada de desprestigio, con el soberbio escenario recreativo, que ha emergido del cauce y de las aguas, del otrora caño, que separaba en orillas, la tierra del frente de la hoy, Iglesia San Pío X. Orillas, que, en pretérito reciente, por razones de intervenciones urbanísticas, se convirtieron, en aceras, andenes o más técnicamente, sardinel.
Pero, ahora mismo, circunstancialmente, están volviendo a ser orillas. Sí, orillas de caño, porque para eso se prestan, gracias a la generosidad hídrica de la ola invernal y a la tremenda fosa abierta por remoción de tierras, para reconstrucción de un tramo de dicha vía, en su cruce por todo el barrio Córdoba. La parálisis de los trabajos, ha sacado a esa zona, de la ruta obligada de toda clase de vehículo automotor, en su movilidad necesaria, más, hacia el centro, de la ciudad.
Y aquí, emerge, el ingenio popular, con elevadísima porción de humor callejero, para hacer, llevaderas, las incomodidades y pesares ciudadanos, ocasionados por la gigantesca erosión forzada de la calle, haciendo del sitio, un remedo de balneario, para representar teatralmente, anhelos de vacaciones frustradas. Excelente plan, para un buen día de agua estancada, en las ruinas de la calle, sol y playa.
Cuando aceptamos invitación de Joseph Roenes Galvis, a La Cuarta Vía, le enteramos de un curioso propósito que nos animaba: saber cómo, en Magangué, el gran colega y amigo, JJ Rubiano, escribe, Desde la Orilla del Mar. Esta es una inquietud, que nos tiene sorprendidos; aún, no ha habido respuesta. JJ., no asistió a la Asamblea del Colegio Nacional de Periodistas, Capítulo Magangué, del pasado 15 de julio; así que, no se pudo mamarle gallo con el asunto.
Con el espantoso y costoso -porque, de que cuesta, cuesta- regalo administrativo, del Alcalde Cabrales a Magangué, parece, que JJ., simplemente, se hubiese anticipado, imaginariamente, a una especie de remodelación geofísica sobreviniente, para este puerto carvajalino. Reestructuración, que incluye playas. Buena esa JJ. ¿Y los órganos de control? Bien gracias, saludos para ellos.
Preguntamos por el control, porque en estos tiempos que corren, prácticamente, es hecho notorio, sin necesidad de prueba específica, que los contratos de obras públicas, sirven, para enriquecer a unos y para joder a otros. Otros, son los idiotas útiles, integrantes de la comunidad que queda sometida, a los padecimientos derivados de la obra mal hecha, o no hecha. Tal, el poder de la corrupción.
Los gusanillos de la corrupción, son insaciables. Y no paran, hasta no devorarse por completo, el presupuesto contractual. ¿Qué han dicho el Alcalde y su Secretario de Obras Públicas o Planeación? ¿Cuánto vale el contrato? ¿Hubo anticipo -cuál porcentaje- o pago de avance de obra? ¿Por qué el contratista, abandonó trabajos? ¿El contrato, está legalmente suspendido?
¿Ya está esa información, en poder de la Delegada de Margarita Cabello, en Magangué? ¿Y de la Personería, también? Recuerden, que en donde no existe Contraloría Municipal, el señor Personero, posee algunas funciones de Contralor. En Magangué, no hay Contraloría propia. Ejerce, la Departamental. Entonces, pilas, Personero.
Avenida Colombia; así se llama esa vía arteria del poblado. Básica y principal, en la red de comunicación terrestre urbana, dentro de este perímetro, porque, si no estamos mal, esa es, carretera nacional que se desprende como un ramal, de la troncal que pasa por Puerta de Hierro o El Bongo. Pero, hasta ahora, por lo que se ve, fácil es, concluir, en el acontecimiento, de una gran avenida de plata colombiana, perdida.