Por Nicolás Díaz Cueto
Quizás falta aun que se conozca quienes al final van a ser los verdaderos candidatos, se cierre el proceso de inscripción y se inicie el debate propiamente con los que son.
Hoy la bulla preelectoral está centrada en el debate por los avales, sobre todo en el partido Conservador, donde la puja del exconcejal Eduin Franco por el mismo, siendo el único camino que le queda para seguir en competencia, es un pulso a pulso cerrado con Yalil Arana; pero han hecho un ejercicio tan parecido que no encuentro diferencias conceptuales por el aval, ¿quién tiene más jóvenes vestidos de azul en las calles?, diría que es el punto diferencial entre estas campañas. Una rivalidad que pasa por lo personal que una marcada diferencia en el planteamiento programático de sus campañas, porque también desconozco tales planteamientos.
Por otro lado, los llamados alternativos también han dado muestra que son capaces de “pelear” un aval; estos “independientes” se han tranzado en la disputa de lograr una convergencia política alternativa pero que nada han hecho para ganarse la simpatía popular, me pregunto entonces ¿Por qué la gente tendría que votar por nombres diferentes a los mismos, cuando tampoco han hecho merito?, o peor aún, el merito que ahora podrían tener es poner un candidato que tuviera los recursos suficientes para batallar por la alcaldía, fórmula alternativa de llegar al poder pero utilizando los mismos recursos de la política tradicional ¿de verdad, no sé de política?.
Las aguas más quietas las tiene el sector oficialista representada en el candidato Carlos Cabrales, quien tampoco aprovecha este escenario para despuntar con su discurso y empoderar al sector que hoy defiende el gobierno de Pedro Alí, quizás sea una estrategia para no entrar en un desgaste precisamente ahora en un tiempo de precampaña, pero siento una falta de liderazgo y de planteamiento de defender lo bueno y corregir lo malo, de una administración que es uno de los temas lógicos de la agenda de debate.
Hasta ahora, no pasa nada, hasta ahora siento más frio que calor en la efervescencia popular que debe tener toda elección, no sé si por que los aspirantes no transmiten euforia, carisma, pasión, que la defensa de uno y otro pasa más por demeritar al otro; el pasado fin de semana pasado llegue donde amigos y familiares que me preguntaban sobre estos aspirantes porque no saben ni quienes son, “bueno que les puedo decir ¿yo vengo cada mes de Magangué?”, ellos están aquí permanentemente, uno de ellos me resumió el asunto… “esperemos las votaciones a ver si me animo”.
Es tétrico el escenario electoral de Magangué, y lo es porque hoy la gente se acerca a la política por todo menos por lo que debería ser, lo es porque se perdieron los verdaderos liderazgos, lo es porque solo se necesita el dinero, lo es porque no hay la mera intención de generar una verdadera propuesta de buen ejercicio político, y lo es porque la pobreza de Magangué no se mide desde lo económico, un error de la clase política y grupos alternativos e independientes que no les permite dejar aflorar la intención de proyectar un gobierno como debe ser, con la gente que debe ser, y con el liderazgo que se debe asumir.