La Cuarta Via

En diez años las artesanías de Cascajal podrían dejar de existir

En la Cuarta Vía

Sino hay un plan de intervención que encare los diversos problemas a los que hoy se enfrenta el arte tradicional de las artesanías de Cascajal, corregimiento de Magangué, serían historia en cuestión de diez años, así nos los cuentan varias voces que han venido haciendo seguimiento a la situación, y hasta las mismas artesanas.

El corregimiento de Cascajal y aledaños, es reconocido por sus diversos productos tejidos con el cogollo de la “Palma Sará”, por años su identidad cultural se moldeó a esta actividad, la adoptaron como una forma de vida, además de ser un sustento económico, pero ahora se enfrentan a riesgos que podrían acabar el tradicional arte.

Problema con la materia prima, la palma Sará

La palma Sará es una fibra blanda, muy bondadosa, de color beige y que exige un largo proceso antes de la elaboración de una artesanía. Con este producto es posible hacer los coloridos sombreros, bolsos, billeteras, canastos, abanicos, y demás por los que son reconocidas las artesanas de Cascajal.

Cuando en 1995 el alcalde de ese entonces Alfredo Posada, las apoyó y gestionó ante Artesanías de Colombia y el Sena, y empezó el reconocimiento productivo a lo que hasta ese momento era sola una tradición familiar, la palma Sará brotaba de las tierras inundables de la zona, pero la utilización de las tierras para siembra y uso diferente hizo desaparecer su cultivo.

Hoy la situación es que la Palma Sará se encuentra en vía de extinción, pero aún lo consiguen traído del departamento del Magdalena, por lo que el cultivo necesita un plan de sostenibilidad y sustentabilidad, para que tenga una viabilidad comercial y un apalancamiento de apoyo institucional.

Ante esta situación, la manufactura se realiza con un producto traído de otras regiones y más costoso, el hilo de trenza que lo ubican en el corregimiento de Cortina, hacer una docena de sombreros que venden aproximadamente en 15 mil, durante todo un día, descontando los costos, ya no es un negocio, nos cuenta Luis Turizo, ex coordinador de cultura municipal y cascajalero de nacimiento y residencia.

Negocio para revendedores

Igualmente nos cuenta que los revendedores de los productos “le dieron palo fue a las que hacían el oficio, les compraban o fiaban a bajo precio, mientras ellos vendían con jugosas ganancias”, en igual términos nos cuenta José Reza, ingeniero y promotor del emprendimiento, “la comercialización exagerada de terceros ha afectado la calidad, y desafortunadamente el uso de otros materiales ha degenerado este bello oficio”.

Estas serían las razones por las que las artesanías de Cascajal no recibieron invitación para participar en la vitrina de Anato Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo, donde el departamento de Bolívar tuvo una muestra de ruta turística e incluyó a la industria creativa representativa, a través de ello varios municipios se ligaron a esta promoción, pero Magangué no estuvo presente.

No hay relevo generacional

Norelis Jiménez de la Asociación Mujeres Innovadoras de Cascajal se mostró preocupada por la poca atención de los jóvenes a la tradición, ellas son relevó de la primera generación de impulsadoras de las artesanías, pero cada vez son menos los interesados.

Para ello, buscan alternativas para atraer a los jóvenes, desde potenciar el emprendimiento hasta buscar capacitaciones y asesorías de apoyo, pero los retos y los impases que se les exige para lograr la adecuada línea de comercialización necesitan del apoyo institucional.  

Una tradición que ha hecho destacar a la “la capital de los ríos”, como es conocido Magangué, hoy encuentra fuertes impases para seguir, todos los consultados puntualizan en la necesidad de hacer una intervención como política, de apoyar toda la línea de producción desde el cogollo de la palma Sará hasta la comercialización del producto final.

Por ahora, siguen tocando puertas e intentando sobrellevar el oficio pese a las dificultades que tienen.

Imagen de Semana Rural

Quizás te interesa...