En enero de este año, Luis Alfonso Montes Muñoz, magangueleño de 28 años, se subió al crucero Westerdam, de la compañía Holland America, no para vacacionar, sino para trabajar, pero hoy está sin empleo y pidiendo ayuda para poder salir del lujoso barco y regresar con los suyos a Barranquilla, donde está radicado.
“Yo me disponía a iniciar un contrato para vender joyería a bordo de estos cruceros. Yo no estaba de vacaciones ni en condiciones de turista. Me encontraba desempeñando una labor. El barco en el que inicié mi contrato se llama Westerdam”, dice.
Fueron aproximadamente 40 horas de viaje en avión desde Barranquilla hasta Singapur, toda una travesía para abordar el barco y navegar en un mejor futuro, sin embargo, las consecuencias de la pandemia del COVID-19 acabaron de repente con sus ilusiones.
El drama de Montes Muñoz empezó el primero de febrero, cuando el crucero en el que viajaba recogió a turistas en China, a partir de ese día la situación de él y los demás pasajeros se complicó porque a puerto donde llegaban, puerto que los rechazaban.
Luego de 15 días pudieron llegar a Cambodia a hacer el desembarco de todos los pasajeros y algunos otros tripulantes que estaban finalizando contrato. De ahí el barco cruzó a América, a las aguas del Pacífico, donde tenía planeado hacer cruceros en la zona de Alaska.
Pero comenzaron todas las restricciones de viaje cuando el tránsito de cruceros prácticamente se paralizó en todo el planeta, por la pandemia.
“Nuestros contratos de trabajo fueron cancelados, el mío se canceló el 21 de abril. No tengo ningún tipo de ingreso, y cabe resaltar que la empresa cobra por el Internet. Estamos hablando de 40 dólares por un paquete de 667 megas. Si hacen el cambio y miran la cantidad de Internet, sabrán que es una locura. Sin embargo, es obligación hacer el gasto debido a que esa es la única manera de poder estar en contacto con nuestras familias”, me contaba Luis anoche desde el crucero.
Piden más cupos para regresar
“A principios de mayo Holland America trasladó tripulantes latinos y europeos de diferentes empresas y barcos. Una de esas personas transferidas fui yo. Con 25 colombianos más, siendo un total de 26, en ese momento”, recuerda.
Ahora, desde el Koningsdam están bajo estrictas medidas de seguridad; se les toma la temperatura 2 veces por día, se les exige el uso de tapabocas, y hay horarios de comidas estratégicos para evitar aglomeración de personal. Lo cierto es que hasta el momento no se ha presentado un solo caso de COVID-19 a bordo de este crucero. No hay tampoco reportes de personas con síntomas.
La semana pasada, gracias a la gestión de él y de varios colombianos más, la Cancillería les dio 10 cupos para ingresar en un vuelo humanitario; sin embargo, él no está en esa lista. Este vuelo sale desde Ciudad de México mañana 10 de junio. “Los nacionales seleccionados para abordar el vuelo son de Bogotá”, añadió.
Por eso su solicitud es que la Embajada de Colombia en México los ayude con los 16 cupos que faltan. “Es importante mencionar que estamos al tanto del costo de estos vuelos, razón por la cual no pedimos ningún tipo de soporte económico, ni subsidios, ni estadía”, afirmó.
“No puedo describir lo que siento”
Le pregunto a Luis cómo se siente psicológicamente:, contesta. Y agrega: “A pesar de tener lo básico para sobrevivir, el encierro es cruel, y sinceramente no encuentro palabras para describir cómo me siento. El “Esto ha sido devastador”apoyo emocional de mi familia y todos mis seres queridos ha sido fundamental. Es imposible describir la incertidumbre con la que vives al saber si vas a volver pronto a casa o no. Es una situación aislada y entendemos que no somos los únicos. De igual manera nuestra solicitud es que nos den esos cupos. Del resto de la logística nos encargamos nosotros”.
Escrito por Javier A. Ramos Zambrano para El Universal