Por Nicolás Díaz Cueto
Aplaudo a la ciudadanía que manifestó su grado de descontento como tiene que ser, una voz de alerta a el gobierno de turno, un llamado para generar mayores espacios de entendimiento con las comunidades y otros sectores, un escenario donde se entienda que al pueblo hay que comprenderlo y conversar con el.
Por eso es importante escenarios como los diálogos sociales o mesas de concertación ciudadana permanente, como quieran llamarse, pero es mucho mas importante dar los ejemplos claros desde el gobierno al país o al municipio, los buenos gobiernos parte de eso, una hoja de ruta clara, siendo ellos los primeros en mostrar el camino y que las comunidades entiendan su participación y beneficios en los logros.
He aprendido que eso no tiene nada que ver con posiciones o sectarismos políticos, más bien con la lógica de una sana política pensanda en la comunidad, porque lo primero, tiene que ver más con egos e intereses, y lo segundo, con la planeación y virtudes que la misma política tiene.
Se oye fácil, pero es bien difícil sobre todo cuando no hay un contexto cultural que nos permita implementar ciertos conceptos exitosos o las visiones de desarrollo de otros países, hay que entender que somos diferentes desde lo físico, y por supuesto pensamiento, ¿Será acaso que podemos cambiar esté ultimo concepto?, ojo, que a partir del ejemplo, sí es posible y es clínica y científicamente probado, la historia nos ha enseñado que hay países que han cambiado su identidad y la forma de asumir roles sociales, a partir de circunstancias, y de lo que ven y oyen de sus líderes.
En esta marcha y en cualquier otra se va a ver lo que muestra la televisión, y se va a seguir viendo, cambiaran los Petros y los Uribistas, como los Bolívares y los Santanderes, pero muy poco estructuralmente. Nuestra sociedad está arropada en un sistema que no permite hablar de nada sino del presente y como este nos afecta, dar un paso más allá es un pecado y el juzgamiento o linchamiento está a la orden del día.
Acabar la corrupción, el deseo de toda sociedad, solo conozco el modelo de Singapur, implementado por Lee Kuan Yew, un régimen híbrido que cuenta con rasgos democráticos y autoritarios, pero con una oficina anticorrupción que no media ningún derecho cuando se trata de investigar actos de corrupción, y ahí está la gran Singapur hoy día.
O los países nórdicos, todo un esplendor ante los ojos del mundo y con altos indicadores de un supuesto bienestar social, pero con un alto costo a los ciudadanos para sostener sus formas de gobierno, respetada por izquierdosos o derechistas, eso es lo de menos, no existe la radicación política.
Esa marcha nos hace pensar que también, sin pedirlo estamos solicitando un nuevo sistema, uno diferente al que tenemos, es lo que interpreto, ¿habrá llegado nuestra primavera?, pero no es el de la izquierda radical confiada en la lucha de masas al como sea o la derecha autoritaria, al final se ven estilos tan parecido que demostraron su ineficiencia en Latinoamérica. Lo estructural del sistema de hoy debe cambiar, pero viendo los ejemplos de Singapur y los Nórdicos, ¿Qué es lo que realmente queremos?, yo medio entre ellos.
Deberíamos pensar sin color proselitista de un liderazgo decisivo contra la corrupción, pero también contra el populismo politiquero del radicalismo, no es más, esos son nuestros enemigos, no es Uribe, Duque, Petro, Robledo, Fajardo, quizás es posible con otra generación de políticos, pero le apuesto a todo que esta es la solución, pero me temo que los jóvenes marchantes no lo han entendido, y seguramente tampoco usted, bueno, yo me entiendo.