Luego de que la Agencia Noruega de Medicamentos informara el jueves que un total de 29 personas habían sufrido efectos secundarios tras aplicarse la vacuna de Pfizer/BioNTech contra el coronavirus, y que al menos 23 de ellas habían muerto, la compañía farmacéutica estadounidense y su socia alemana advirtieron que abrirán una investigación para comprender qué sucedió.
De esas muertes, se evaluaron 13 y se llegó a la conclusión de que los efectos secundarios asociados con la vacuna pueden haber contribuido a reacciones graves entre pacientes “débiles y los ancianos”.
Como resultado, el Instituto Nacional de Salud Pública ha actualizado su guía de vacunación Covid-19 con consejos más detallados sobre la vacunación de los ancianos que son vulnerables.
“Todas las muertes que ocurren durante los primeros días de la vacunación se evalúan cuidadosamente. No podemos descartar que las reacciones adversas a la vacuna que ocurren dentro de los primeros días después de la vacunación (como fiebre y náuseas) pueden contribuir a un curso más grave y un desenlace fatal en pacientes con una enfermedad subyacente grave”, avisó la agencia.
Las autoridades del país nórdico afirmaron que dejarán en manos de los médicos la decisión de inocular o no a los pacientes según su condición. Todas las muertes se registraron en ancianos de más de 80 años.
Sin embargo, la agencia destacó que no está “alarmada” por lo ocurrido, en tanto son efectos en algún punto esperables. “Claramente el Covid-19 es mucho más peligroso para la mayoría de los pacientes que la vacunación”, dijo Steinar Madsen, director médico de la Agencia Noruega de Medicamentos. “No estamos alarmados”, agregó.
“Todos estos pacientes tuvieron enfermedades subyacentes graves. No podemos decir que la gente muere por la vacuna. Podemos decir que puede ser una coincidencia. Es difícil demostrar que es la vacuna la causa directa”, aseveró de acuerdo con lo publicado por la agencia Bloomberg.
De hecho Madsen indicó que también es posible que los efectos secundarios de la inmunización llevaran, en algunos casos, “a un curso más grave de la enfermedad subyacente”. “No podemos descartar eso”, indicó, y aseveró que, según las estadísticas, los fallecimientos ocurridos representan “bastante menos que 1 de cada 1,000”. Antes la agencia ya había advertido que “reacciones comunes a las vacunas con ARNm, como fiebre y náuseas, pueden haber contribuido a un desenlace fatal en algunos pacientes frágiles y ancianos”.