La Cuarta Via

¿Quiénes son los buenos y los malos en la elección a la alcaldía de Magangué?

En la Cuarta Vía

El poeta Ramón de Campoamor escribió: “Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira”, una hermosa frase que termino por convertirse en lo que se conoce como Ley Campoamor.

Estas palabras “todo es según el color del cristal con que se mira”, ligado al concepto de memoria política, que se remite a la idea de que hay pueblos que recusan su pasado, como quien dice “este pueblo no tiene memoria”.

Se podría poner en la paleta del debate estos significados para esgrimir que ciertamente en la política eso de “buenos y malos”, es según los ojos que lo vean y según el recuerdo que se quiera.

Es decir, apelamos a la nuestra interpretación de que es bueno y malo en la política según nos vaya a nosotros y lo que realmente y selectivamente queramos dar valor para explicar el presente,

Otra verdad la expresó Joseph de Maistre, que sugiere que “toda nación tiene el gobierno que merece”, aludiendo a la ignorancia de la sociedad y a su incapacidad por formular un voto consciente; pero igual valor tendría la frase del francés Andrè Malraux, que decía “que no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. 

Que lio, entonces ¿cómo medir las semejanzas entre la clase política con su pueblo? ¿será por el lenguaje empleado? ¿por lo excéntrico o severo de sus formas de vida? ¿por el éxito que tienen con las mujeres? o ¿por el grado académico y su semejanza con la media nacional?, o por ¿las idioteces que dicen?, o por ¿el mayor o menor grado de corrupción que arrastran?, o por, ¿las promesas de las migajas de dinero y/o satisfacción que reparten a sus electores y/o seguidores?

Bueno, al final con estas reflexiones filosóficas aplicada a la política magangueleña, es considerable reconocer que nuestra querida Magangué es un caldo de cultivo para reinar haciendo politiquería, y que eso de “buenos y malos” no es un concepto selectivo para una actividad meramente humana, que de divina solo tiene las aspiraciones de cristianos y católicos de llegar al poder de lo mundano.   

En estas precisas elecciones, candidatos que representan las mayores casas políticas de la ciudad buscando mantener o retomar el poder, es decir las mismas con los mismos, acusando pecados mutuos, olvidándose selectivamente de su desastroso pasado en el poder, acortando la historia a solo cuatro años, apegados al libreto de un voto de reacción para ganar; así se pasaran la vida como un frente municipal, cediendo, o más bien compartiendo el poder cada cuatro años.

Aquí señores, no hay buenos ni malos, solo “príncipes” actuando para ganar el poder, al mejor estilo de El Príncipe de Maquiavelo. No señores, aquí el que realmente pierde será el pueblo, que esperará, apegado al libreto, a su redentor, ¿será posible que sea el mismo que representa a quien les ha golpeado en su pasado? Para la gran mayoría eso no se recuerda.

Ninguna de estas casas pierde, así no ganen las elecciones, la sumatoria de votos le representa cuantiosos contratos, negocios o viviendo del poder, que es su gran meta. Y en la base de la pirámide, el pueblo peleado, reventado, y totalmente dividido y polarizado, que gran show.  

Pero también es cierto, que estas historias se rompen, y es a pulso de liderazgo popular, algo que carece mi gente, mientras esto no se comprenda, se entienda, se interiorice, y se una todas las vertientes, (algo que parece un imposible), la misma película la veremos cada cuatro años…    

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